miércoles, 14 de noviembre de 2012

Cartas a Pedro. Guía para un psicoterapeuta que empieza (Loretta Cornejo)




Querido Pedro:

Hoy quisiera hablarte del ser humano, de ese ser que un día llamará a tu consulta para ser atendido; tal vez tú te alegres de esa llamada y al mismo tiempo te asustes. No es fácil ser terapeuta, lo sé, a pesar de todos mis años siéndolo, intentándolo. Hasta ahora, siento lo mismo que la primera vez: la alegría del encuentro, el temor a fallarle, el miedo a no saber o no poder, la inseguridad en mis habilidades y capacidades, el temor a no ser comprendida, a ser criticada o rechazada.
No son emociones simples las que se viven; son profundas,eternas y muchas veces repetitivas, que desgastan, que agotan.
Y todo esto tan sólo refiriéndonos a nosotros mismos, sin tener
aún al paciente delante.
Por esto es importante lo que te quiero decir y qué es esto.
Creo que la base para ser psicoterapeuta es tu amor al ser humano en general. No creo que lo importante sea el creer que lo puedes ayudar, o que está en tus manos el poder arreglar algo en el otro. Creo que ése es un camino equivocado. No sepuede ayudar ni se puede arreglar lo del otro si antes no lo amamos.Y es por lo que te planteo: ¿cuánto amas a las personas en general? Un amor lo suficientemente bueno como para poder
entregarte al proceso a pesar de los cansancios, o de lo difícil del caso, o de los obstáculos que tanto tú como él encuentrenen el camino, obstáculos tanto externos como internos.
Es necesario recordar constantemente que el paciente no viene a sesiones para reforzar nuestro narcisismo, ni para hacernos sentir importantes porque en este caso nosotros tomamos el rol del que ayuda al otro.
Muchas veces he visto y escuchado cómo algunos terapeutas se sienten orgullosos de sus éxitos, de sacar a un paciente del hueco. Yo no creo que sea ésta la cuestión; tengo muy grabado loque me enseñaron los Polster, Erv y Miriam: “no hay buenos
terapeutas, sino buenos pacientes”. Y creo que eso es una verdad inmensa. A nosotros nos queda ser responsables de nuestra función, preparándonos enormemente con nuestro trabajo personal, con supervisiones, lecturas, formación, mantenernos al día, etc., para brindar multiplicidad de herramientas en las
cuales el paciente pueda ensayar y escoger; pero son ellos, no olvides nunca, los que han hecho posible que su proceso siga adelante. 
Por desgracia, en el caso contrario, no sucede lo mismo:
malos terapeutas pueden dañar muchísimo a una persona; pero de esto ya hablaremos más adelante en otra carta. Todavía recuerdo con escalofríos cuando una vez escuché a un famoso psicoterapeuta que decía que lo más bonito de esta profesión era ver cómo venía el paciente como una masa de arcilla y cómo, con nuestras manos, íbamos convirtiendo esa masa en una obra de arte.
¡Qué equivocado es todo esto, mi querido Pedro! Ni el paciente es una masa de arcilla ni de nada, ni nosotros somos los artistas. El paciente ya es lo que es, y lo único que va a suceder en el proceso terapéutico es que va a empezar a abrirse: primero ante nosotros, pero sobre todo ante sí mismo; nosotros tan sólo lo acompañaremos, le brindaremos la ayuda necesaria o la no ayuda si eso es lo que necesita, y seremos testigos de su renacer. Tan sólo eso. Nos mataremos por él simbólicamente hablando una y mil veces, pero como lo haríamos con algo muy valioso que ha sido dañado, que llega a nuestras manos y que protegemos, cuidamos e intentamos encontrar los medios para reconstruirlo, repararlo. Pero esa obra de arte no es nuestra, es
del artista primero o, para llegar más allá, de la humanidad.
No peques nunca de considerarte parte responsable de su vida, de sus artes y potenciales.
Conserva siempre tu sitio: el del partero que ayuda a dar a luz, pero que ni es el bebé que está naciendo, ni es la parturienta que está trabajando para que nazca con dolor y amor.
Tu sitio es tan sólo el del que está al lado, para lo que sea
necesario, para lo que tú le sirvas, le sostengas, le contengas.
Pero todo, todo lo demás es de él y para él.


No hay comentarios:

Publicar un comentario