miércoles, 24 de octubre de 2012

La lengua como llave maestra a nuestro interior

Descubriendo el Sistema Consciente para la Técnica del Movimiento, de Feodora Aberastury,  redescubro mi lengua. Ella me abre la puerta a un nuevo estado presente.

Este video de Jose María Toro, maestro y escritor, ( "Educar con co-razón" 10ªEdición) nos habla de ella: el vínculo directo con nuestro mundo interno.



miércoles, 10 de octubre de 2012

Sol: La niña "Miedos"


¿Os apetece que os cuente un cuento?


Sol era una niña bola que irradiaba luz y calor a su alrededor sin proponérselo. Con Sol,  todo iba rodado siempre. Cuanta más ternura, sonrisas y besos  recibía, más bombillas se encendían en su corazón. Sólo existía una cosa que hacía fundir sus bombillas… el miedo.
Sol tenía miedo a la oscuridad y a los monstruos. También a los gritos del lobo feroz. A que mamá un día cumpliese eso de : ”cualquier día me canso y os dejo a todos plantados”. A que su hermano el gigantón la hiciese botar más de la cuenta y le saliesen mil chichones. A que la profe Cuadrícula le preguntase la tabla del 9. A que a papá se olvidase de que ella era su princesa. A BLA BLA BLA BLA BLA BLA BLA BLA
Una noche, mientras intentaba dormir con la luz encendida se le ocurrió un truco para dejar de sentir miedo. Consistía en empujar las ideas horribilis desde la cabeza hasta la garganta y, sin masticarlas ni un poco, tragárselas para que no quedase nada de ellas en su pensamiento. Lo que Sol no sabía  es que de esta manera cada vez dejaba menos espacio a las bombillas, que se iban arrinconando en su cuerpo redondo mientras los miedos campaban a sus anchas.
Pasó el tiempo y Sol cada vez era una niña bola más apagada y reservada, menos risueña.  Los miedos le pesaban tanto que ya casi no podía rodar ni soñar de tanta indigestión.  Y así, Sol, para muchos, pasó a ser Soledad. De cientos de bombillas luminosas ahora había pasado a tener cuatro o cinco. Sus padres no sabían como ayudarla. Mamá la seguía abrazando y contando cuentos por las noches, para papá seguía siendo su princesa, pero los miedos eran tan poderosos que aplastaban los intentos de las bombillas por iluminar su rojo corazón.
Llegó un día en que solo le quedaba una bombilla encendida que luchaba ferozmente, intentando protegerse de los vapuleos de los fantasmas interiores. Soledad no podía ni moverse de la cama. No hablaba y sus ojos eran tan tristes que si la mirabas de cerca veías tras ellos un mar de lágrimas. Sus padres, que habían intentado curarla llamando a todos los médicos del lugar, viajaron hasta el reino de la maga Cuentamelcuento, que con sus manos podía curar todo tipo de dolencias de los niños y niñas bola.
Cuentamelcuento, al enterarse de la triste noticia, no se lo pensó dos veces. En un abrir y cerrar de ojos estaba a su lado mirándola de arriba abajo, con sus gafas telescópicas .
-   Menudo empacho, Solete , le dijo. ¿Es que no sabes que cuando se traga sin masticar se produce una indigestión? ¡Y la tuya es monstruosa!
La maga le puso la mano  caliente y arrugada sobre el estómago y la dejó  ahí hasta que empezaron a sonar ruidos raros en su interior. Sol se durmió desde el primer instante en que  Cuentamelcuento se sentó a su lado. Y así pasaron las dos toda la noche, entre oscuridad  y profundos sonidos extraños.
El primer bostezo de Sol despertó a la familia Redonda con un vuelco al corazón. De su habitación había salido un ruido parecido al eructo de una ballena cachalote. Pero eso solo fue el comienzo. Desde que los primeros rayos de Lorenzo entraron por la ventana de la niña bola hasta que decidieron dejar paso al reflejo de la luna Catalina en el cristal, Sol estuvo eructando miedos. Cada vez que uno salía al exterior unas cuantas bombillas de su corazón volvían a brillar con la misma fuerza de antes.
- ¿Pero es que no sabes que los miedos necesitan viajar de un lugar a otro, de una persona a otra y nunca deben ser tragados? Si lo haces, luchan por salir con tanta fuerza que no te dejan en paz. Los muy impertinentes necesitan entrar y salir y aunque sean incordiosos  y feos hay que dejar que aparezcan para que se marchen a otro lugar. Solo así se puede seguir brillando.
- ¡Pero es que me asustan mucho!
- A ti y a todos, mi Solete. Todo el mundo siente miedo, hasta los más valientes. Pero solo algunos saben que cuando les abres una ventana, a través de ella acabarán saliendo y volverá a entrar la luz del día.
Desde ese preciso instante, Sol volvió a lucir su olvidada sonrisa con tanta fuerza que contagiaba a todo aquel que se cruzaba con ella. No dejó de ser miedosa, eso sería contar una mentirijilla, pero descubrió que, aunque a veces los miedos eran pesados como ellos solos, no le impedían seguir rodando.

Carmen


miércoles, 3 de octubre de 2012

Libertad para nacer






Os presento un vídeo que nos invita a reflexionar sobre la industrialización del parto y la necesidad de recuperar el derecho a un parto respetado, donde se escuche la voz y el lenguaje del cuerpo de la mujer.
Ya está bien de abusos...